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Psicóloga, terapeuta Familiar, psicodiagnostico infantil, estimulacion temprana.

martes, 25 de octubre de 2011

Inteligencia Emocional


Sabe usted cuál 
es el Cociente de Éxito?

La investigación realizada a nivel mundial por The Consortium for Research on Emotional Intelligence in Organizations, arrojó un resultado sorprendente y vinculado a nuestro Cociente de Éxito: el mismo se debe un23% a nuestras capacidades intelectuales, y un 77% a nuestras aptitudes emocionales.

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¿Por qué a algunas personas les va mejor en la vida que a otras? 
¿Por qué algunas, con alto coeficiente intelectual y que se destacan en su profesión, no pueden aplicar esta inteligencia en su vida privada, que va a la deriva, del sufrimiento al fracaso?

¿Y por qué otras con un alto Cociente Intelectual terminan trabajando para otras que tienen un CI más bajo, pero que saben conectarse, influir y relacionarse mejor?

La respuesta está en las emociones y en la capacidad para entenderlas y manejarlas: la Inteligencia Emocional es parte de nuestra inteligencia global, una parte a menudo negada y desdeñada, opacada por el brillo de la razón y del Cociente Intelectual, más fácil de definir y medir.
 


¿Qué lleva a una empresa al fracaso?
Ignorar los seis factores de la Inteligencia Emocional
1. La emoción es información
2. Podemos intentar ignorar la emoción, pero no cómo actúa.

3. Podemos intentar ignorar la emoción, pero eso no es tan bueno como se piensa comúnmente.

4. Las decisiones deben incorporar emociones para ser efectivas.
5. Las emociones siguen patrones lógicos.

6. Existen emociones universales, pero actúan de un modo específico.


Del libro "El directivo emocionalmente inteligente"

David R. Caruso y Peter Salovey
 


Foto: David Caruso con Abel Cortese, director del portal de Inteligencia EmocionalDavid Caruso es psicólogo e investigador del Departamento de Psicología de Yale. Dirige prestigiosos seminarios de formación y desarrollo sobre inteligencia emocional en la empresa y ha publicado numerosos artículos científicos y libros sobre el tema.


4
"Hablar de sentimientos ayuda a los niños a estar capacitados para controlarlos
y a no ser irreflexivos. Se ha comprobado que el hecho de hablar sobre las propias
emociones tiene un efecto sedante sobre el sistema nervioso."
John M. Gottman, psicólogo

Aprender sobre las
emociones
"Las personas con habilidades emocionales bien desarrolladas tienen más probabilidades de sentirse satisfechas y ser eficaces en su vida, y de dominar los hábitos mentales que favorezcan su propia productividad; las personas que no pueden poner cierto orden en su vida emocional libran batallas interiores que sabotean su capacidad de concentrarse en el trabajo y pensar con claridad". 
                      
Dr. Daniel Goleman
¿Cómo está usted?'  es una pregunta importante, tanto si nos la hacemos a nosotros mismos como si nos la formulan otros. '¿Cómo está usted?'nos pide que seamos capaces de describir nuestros sentimientos con palabras, que les coloquemos unas etiquetas que reflejen su variedad. 

Una vez que somos capaces de reconocer nuestros diferentes sentimientos, nuestra posibilidad de controlarlos es mucho mayor. ¿Por qué es importante hacerlo? Porque 
su estado anímico influencia en gran medida lo que usted haga. Cuando usted está triste, se mostrará retraído. Cuando está contento, derrochará buen humor. Pero si usted no sabe cómo está, entonces tampoco sabe cuál es su forma de actuar más probable, y por tanto, no estará seguro de cómo ponerla en práctica.

Es importante recordar que 
aun las emociones llamadas 'positivas' pueden tener aspectos peligrosos o inconvenientes. Por ejemplo: el entusiasmo, a veces, puede conducir a un comportamiento impulsivo. Imaginemos que en una reunión es presentado un proyecto que nos entusiasma tanto que nos ofrecemos voluntarios para dirigirlo, a pesar de que estamos saturados de trabajo. O la alegría que nos produce un ascenso, lo que hace que vayamos por ahí jactándonos ante nuestros colegas, uno de los cuales ha sido rechazado.

Podemos aprender muchísimo (y ejercer influencia) sobre nuestras emociones, así como aprendemos sobre matemáticas o marketing.
Entrenarse en el desarrollo de las aptitudes emocionales permite desarrollar la capacidad de manejar las emociones idóneas para cada acción y regular su manifestación, manteniendo el equilibrio emocional; transmitiendo estados de ánimo para generar actitudes y respuestas positivas; aprendiendo a evaluar el 'costo emocional' de situaciones y acciones; desarrollando destrezas sociales, forjando y manejando relaciones con clientes, proveedores, colegas, etc.; realizando un plan de aplicación en el terreno de nuestra esfera de influencia empresarial y laboral, extendiéndolo a la vida familiar y social. 

De hecho, la estructura emocional básica puede ser modificada mediante una toma de conciencia y cierta práctica : los circuitos neurológicos involucrados pueden alterarse o reforzarse con la repetición de ciertos hábitos. Allí se abre una oportunidad única para desarrollar la Inteligencia Emocional: la infancia y la adolescencia son dos momentos críticos, pero en la madurez la mayoría de las personas pueden educar con ventaja sus emociones.

El aprendizaje es capaz de moldear, en definitiva, algunos aspectos importantes de la realidad emocional individual y colectiva

La aptitud emocional no se puede mejorar de la noche a la mañana, porque el cerebro emocional tarda semanas y meses en cambiar sus hábitos, no horas y días. Para llegar al punto en que un hábito nuevo reemplaza a otro se requiere cierta práctica. Los estudios clínicos realizados sobre cambios de conducta demuestran que, cuanto más tiempo pasa alguien esforzándose por cambiar, más durable será ese cambio. 

Cuando la persona tiene un conocimiento eficaz sobre la Inteligencia Emocional puede encauzar, dirigir y aplicar sus emociones,permitiendo así que las mismas trabajen a favor, y no en contra de su personalidad.

De esta forma, las emociones pueden guiar todas las actitudes de nuestra vida hacia pensamientos y hábitos constructivos, que mejoren en forma absoluta los resultados finales que queremos alcanzar.

Es un precioso instrumento para solucionar desde una situación desagradable con un empleado que trabaja con nosotros, o finalizar un trato con un cliente particularmente difícil, hasta resolver en forma definitiva y tranquila las difíciles situaciones familiares que muchas personas viven como algo destructivo, cansador y frustrante.

A causa de que las emociones, los pensamientos y las acciones se entrelazan, nuestras estrategias para forjar una educación emocionalmente inteligente deben hacer uso de varios principios a la vez. No se trata de un procedimiento simplista ni demasiado complejo, sino meramente realista y práctico

Si nuestro pasado hubiera sido diferente 
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Si nuestro pasado hubiese sido diferente, habríamos observado a nuestro padre escuchando en forma satisfactoria y afectuosa a nuestra madre cuando le expresaba sus frustraciones y decepciones.

Habríamos observado a nuestra madre confiando en nuestro padre y compartiendo sus sentimientos abiertamente, sin desaprobarlo y sin echarle culpas.
Habríamos experimentado el hecho de ver que una persona podría sentirse perturbada sin rechazar a nadie con desconfianza, manipulación emocional, desaprobación, prevención, condescendencia o frialdad.
A lo largo de nuestros años de crecimiento habríamos estado gradualmente en condiciones de dominar nuestras emociones del mismo modo en que dominábamos la facultad de caminar o las matemáticas. Habría sido una habilidad aprendida como caminar, saltar, cantar, leer y efectuar el balance de nuestra chequera.
Pero no sucedió así para la mayoría de nosotros. Por el contrario, pasamos años –los primeros de nuestra vida, cruciales para nuestra educación intelectual y emocional- aprendiendo a comunicarnos insatisfactoriamente y a ignorar, manejar mal o reprimir nuestras emociones.

Por el hecho de que carecemos de educación para comunicar nuestros sentimientos, nuestras relaciones no alcanzan el máximo potencial de armonía y sinergia que podrían alcanzar.

Para poder entender hasta qué punto resulta esto difícil, considere sus respuestas a las siguientes preguntas:

1.      Cuando se siente enojado o resentido, ¿cómo expresa amor si, mientras usted estaba creciendo, sus padres o bien discutían o bien evitaban conscientemente la discusión? 
 
2.      ¿Cómo logra que sus hijos lo escuchen sin gritar ni castigarlos, si sus padres gritaban y lo castigaban para mantener el orden?
 
3.      ¿Cómo pide más apoyo si, aun siendo niño, usted se sintió permanentemente desatendido y decepcionado?
 
4.      ¿Cómo se abre y comparte sus sentimientos si teme ser rechazado?
 
5.      ¿Cómo le habla a su pareja si sus sentimientos dicen “te odio”?
 
6.      ¿Cómo dice “lo lamento” si, de niño, usted era castigado por cometer errores?
 
7.      ¿Cómo puede admitir sus errores si le teme al castigo y al rechazo?
 
8.      ¿Cómo puede mostrar sus sentimientos si, de niño, usted era permanentemente rechazados o juzgado por sentirse perturbado o por llorar?
 
9.      ¿Cómo se supone que usted pida lo que quiere si, de niño, lo hacían sentir mal por querer más?
 
10.   ¿Cómo se supone siquiera que sepa lo que está sintiendo si sus padres no tenían el tiempo, la paciencia o la sabiduría para preguntarle cómo se sentía o qué era lo que lo molestaba?
 
11.   ¿Cómo puede aceptar las imperfecciones de su pareja si, de niño, usted sentía que debía ser perfecto para merecer amor?
 
12.   ¿Cómo puede escuchar los sentimientos de dolor de su pareja si nadie escuchaba los suyos?
 
13.   ¿Cómo puede perdonar si usted no era perdonado?
 
14.   ¿Cómo se supone que usted llore y alivie su dolor y su pesar si, de niño, le decían siempre ‘No llores’ o ¿Cuándo vas a crecer?’
 
15.   ¿Cómo puede escuchar la decepción de su pareja si, de niño, lo hacían sentir responsable por el dolor de su madre mucho antes de que pudiera comprender que usted NO era responsable?
 
16.   ¿Cómo puede escuchar la ira de su pareja si, de niño, su madre o su padre le adosaban a usted sus frustraciones a través de gritos y exigencias?
 
17.   ¿Cómo se abre y confía en su pareja, si las primeras personas en las que confió con su inocencia lo traicionaron de alguna manera? 
 
18.   ¿Cómo se supone que puede comunicar sus sentimientos en forma respetuosa y afectuosa si no ha tenido la práctica de dieciocho años sin la amenaza de ser rechazado o abandonado?
 
La respuesta a estas dieciocho preguntas es la misma: es posible aprender sobre nuestras emociones, desarrollar nuestro cociente emocional, pero tenemos que trabajar para mejorar.

lunes, 24 de octubre de 2011

Que es tener un Yo debil



Este concepto de yo (o personalidad) frágil está estrechamente relacionado con lo que hemos dicho hasta ahora. Las personas que tienen una gran necesidad de aprobación y un temor a los juicios negativos son también frágiles y vulnerables, y reaccionan ante el fracaso como si se tratase de una catástrofe. Los procesos mentales subyacentes a este temor al fracaso no son los mismos que los que originan el temor a la valoración negativa y la gran necesidad de aprobación, pero todos ellos se dan en las mismas personas.
Muchas personas tímidas han dejado de participar en un buen número de experiencias sociales de uno u otro tipo, y la historia de sus relaciones sociales es muy pobre. Han vivido la mayor parte de sus experiencias sociales con los padres, los familiares, un compañero de habitación, unos pocos amigos de su clase y los compañeros de trabajo más inmediatos. Cualquier cambio en esta rutina de relaciones bien trilladas con personas conocidas se convierte en una situación social nueva. A cada encuentro nuevo que se produzca en un contexto social también nuevo, la persona tímida duda de su capacidad para responder a las exigencias de lo desconocido.
Toda situación nueva le parece una prueba; se siente como el ratón de un experimento colocado en un laberinto. En cada encrucijada hay dos o más alternativas: «¿A dónde me dirigiré? ¿Qué haré? ¿A dónde puedo ir desde aquí? ¿He cometido un error?» El ratón tiene suerte, porque sufre muy poco, aparte del esfuerzo y la energía que emplea en llegar a la meta donde está la recompensa. Para el tímido, la cosa es algo más complicada, pues puede reflexionar, preguntarse qué piensan de él las personas con las que se relaciona. Esto da lugar al miedo.
Para el ratón, el éxito consiste sencillamente en lograr la recompensa y, después de varios intentos, aprende a hacer el mínimo es fuerzo para alcanzar la meta. Pero en las relaciones interpersonales el éxito peligra en cada encrucijada: «Alguien me ha saludado. ¿Me vuelvo pan ver quién es? Oh, es esa chica de ayer-. ¿Me paro a decirle algo o finjo no haberla oído? No, ya sabe que la he oído. No puedo demostrar que soy tímido. Me volveré y la saludaré ¿Debo sonreír? ¿Qué puedo decirle? ¿Debo dar le la mano? ¡Ay, Señor, se pone a hablar conmigo! ¿De qué voy a hablarle? Me pregunta cosas. ¿Cómo puedo acabar la conversación? Le diré que tengo prisa, que tengo una reunión. ¡Uf! Menos mal que se ha ido... »
Éstas son las cosas que se piensan cuando uno se preocupa por mantener una cierta imagen, cuando se siente una gran necesidad de aprobación, cuando se teme ser valorado negativamente. Cada situación nueva se convierte en una serie de pruebas, y el éxito en cada una de ellas consiste solamente en evitar las torpezas o las muestras de nerviosismo o desorientación.
Cuando la persona muy tímida se ha puesto en ridículo, o cuando se siente herida por un intento fallido de establecer una comunicación, su reacción inmediata es evitar cualquier otro contacto social y compensar esta carencia mediante otras actividades sociales más previsibles, en las que los roles o tareas a desempeñar sean regulares y conocidas. La siguiente descripción de un hombre muy tímido es una muestra de su forma de pensar y actuar durante un cierto período de tiempo.

Valorando que piensan los demás de mi


ÍNDICE TEMOR A LA VALORACIÓN NEGATIVA
Responda VERDADERO O FALSO a las siguientes preguntas:
1. Casi nunca me preocupa quedar como un tonto ante los demás.
2. Me preocupa lo que pensará la gente de mí, incluso cuando sé que ello no me perjudicará en absoluto.
3. Me pongo tenso y nervioso cuando alguien me está «tomando la medida».
4. No me preocupa saber que la gente está recibiendo de mí una impresión desfavorable.
5. Cuando cometo algún error social, me angustio.
6. Me importan poco las opiniones que tengan de mí personas importantes.
7. Temo a menudo quedar en ridículo o hacer alguna tontería.
8. Me preocupa muy poco que otras personas tengan mala opinión de mí.
9. Temo a menudo que los demás se den cuenta de mis deficiencias.
10. La desaprobación de los demás me preocupa poco.
11. Si sé que alguien me está valorando, tiendo a esperar lo peor.
12. Casi nunca me preocupa la impresión que le causo a una persona.
13. Me da miedo que los demás no tengan buena opinión de mí.
14. Me asusta que la gente me critique.
15. Las opiniones de los demás me traen sin cuidado.
16. Si no le caigo bien a alguien, ello no me molesta necesariamente.
17. Cuando estoy hablando con alguien, me preocupa lo que pueda estar pensando de mí.
18. Creo que es inevitable que uno cometa errores sociales de vez en cuando, así que, ¿por qué preocuparse?
19. Suele preocuparme la impresión que pueda causar a los demás.
20. Me preocupa mucho lo que piensen de mí mis superiores.
21. Me importa poco saber que alguien me está juzgando
22. Me preocupa que los demás piensen que no valgo gran cosa.
23. Me importa muy poco lo que los demás piensen de mí.
24. A veces creo que me preocupa demasiado lo que piensen de mí otras personas.
25. A menudo temo que voy a hacer o decir lo que no debiera.
26. A menudo me es indiferente la opinión que tengan de milos demás.
27. Suelo pensar que los demás tienen de mí una imagen favorable.
28. Me preocupa a menudo la idea de que las personas importantes para mí no me tienen en gran estima.
29. Me entristece el mal concepto en que creo me tienen mis amigos.
30. Me pongo tenso y nervioso cuando sé que mis superiores me están juzgando.

TABLA DE PUNTUACIÓN
Asigne un punto a cada respuesta suya Verdadera ('Y) o Falsa (E) que coincida con el código indicado a continuación:

1-F

16-F

2-V

17-V

3-V

18-F

4-F

19-V

5-V

20-V

6-F

21-F

7-V

22-V

8-V

23-F

9-V

24-V

10-F

25-V

11-V

26-F

12-F

27-F

13-V

28-V

14-V

29-V

15-F

30-V


En general, los hombres obtienen una puntuación de catorce, mientras que las mujeres oscilan en torno a dieciséis. Si usted tiene dos o tres puntos más que estos promedios, sufre de «temor a la valoración negativa». Las personas que temen la valoración de los demás no quieren ser el centro de atención. Cuanto más puntos sumen sus res puestas al cuestionario, más tiende usted a mostrarse defensivo, no dominante, no autónomo y, probablemente, retraído hasta el punto de infravalorarse y humillarse. Le preocupa excesivamente la opinión de los de más, y teme las situaciones en que puede verse sometido a la crítica. Tiene una gran necesidad de ser aceptado y estimado por la sociedad. A veces es usted muy pesimista y cree que le están juzgando, cuando no es así.
Por todas estas razones, es posible que usted elija situaciones sociales en las que corra poco peligro de ser juzgado. Puede que no quiera ponerse en peligro en sus relaciones con los demás porque cree que éstos le mirarán críticamente y pensarán lo peor. Esta actitud defensiva hará que usted no quiera ponerse a prueba a sí mismo en situaciones sociales nuevas. Y aunque esta estrategia supone cierta protección, le hará perder la oportunidad de ser aceptado.

Los timidos y las relaciones con los demas


DEJE DE SER UNA CARGA PARA LOS DEMÁS
¿Sabe usted que las personas tímidas pueden ser las más pesadas del mundo? Sin darse cuenta, muchas personas tímidas son aburridas y difíciles de aguantar en sociedad. En una conversación entre una persona tímida y otra no tímida, lo más probable es que sea esta última la que ha iniciado la conversación. Y si se escucha lo que van diciendo, lo más probable es que la persona no tímida sea la que haga más preguntas, la que responda más extensamente a lo que se le pregunta, la que se muestre más animada, la que sienta más interés por el otro, y la que cargue con la responsabilidad de llevar adelante la conversación.
Si pudiésemos filmar estos típicos episodios sociales y proyectarlos lentamente, veríamos .que la persona no tímida muestra una mayor soltura y gracia para comunicarse, median te una serie de mensajes verbales y no verbales.
En el pequeño ritual que precede al fin de la conversación, veríamos que la persona no tímida es la que aporta todos los elementos necesarios para hacer agradable el término de la relación antes de despedirse.
La persona no tímida percibe a menudo la timidez e inhibición del otro, y asume la responsabilidad de facilitarle la relación. Pero, si esto ocurre varias veces entre las mismas dos personas, lo que en principio es un episodio social agra dable y ritualizado se convierte en una rutina y después en una carga para la persona no tímida, que pro curará evitar del todo su repetición o abreviarla al máximo si se ve obligada a soportarla otra vez.}
¿SON TAN DIFERENTES LOS TÍMIDOS?
Si se pide a un grupo de personas tímidas y a un grupo de personas no tímidas que hagan una lista de las varias situaciones sociales en las que se sienten in cómodos y que luego mencionen los varios síntomas, tendremos dos listas prácticamente idénticas. Tanto los irnos como los otros evidencian aceleración del ritmo cardíaco, transpiración, temblores) respiración entrecortada, manos sudorosas y otros síntomas internos. Por extraño que parezca, las personas tímidas y las no tímidas se parecen mucho, en cuanto que experimentan las mismas reacciones fisiológicas cuando se encuentran en situaciones sociales potencialmente difíciles. Lo único que les distingue es la intensidad de esos síntomas, que en los tímidos es mucho mayor
La pregunta que se plantea ante esto es: ¿Qué le ocurre a la persona tímida para reaccionar con más intensidad que las demás? Y, naturalmente, la respuesta hay que buscarla en la personalidad o carácter de la persona tímida, con la hipótesis de encontrar un conjunto de características poco habitual. Y, ciertamente, la personalidad del tímido presenta una serie de prejuicios, de temores exagerados y de creencias irracionales que sirven para explicar, en parte, por qué reacciona como lo hace.
Pero, antes, pasemos a explicar cómo la misma situación puede ser vivida de maneras diferentes por mi individuo tímido y por uno no tímido, y cómo la llave para tener la máxima confianza en sí mismo reside en comprender cómo se perciben dichas situaciones. Cuanto menos familiar sea el contexto social, más intensas se hacen las reacciones de timidez. La persona no cono ce la situación, su mecanismo. Y la seguridad en sí misma disminuye.
Pero para conocer las situaciones sociales es necesario haberlas vivido. La seguridad necesaria para mover- se en sociedad es resultado de la repetida afirmación de la propia personalidad social, hasta que los demás confirman y refuerzan dicha personalidad. ¿Y cuál es el problema del tímido? Uno de los obstáculos más graves que existen es el miedo, y, en este caso, el miedo a ser criticado o juzgado desfavorablemente.
¿Le preocupa a usted excesivamente lo que la gente puedepensar de usted? ¿Le parece a veces que la gente le mira esperando que cometa un error de un momento a otro? ¿Son tan importantes para usted las opiniones de los demás que cree que lo más prudente que puede hacer es no hacer nada? ¿Hasta dónde llega esta preocupación? Haga el siguiente test y averigüe sí es o no una persona tímida.

Timidez en los niños


ALGUNOS DATOS DE CONDUCTA QUE DISTINGUEN A LOS TÍMIDOS DE LOS NO TÍMIDOS
Algunos datos de conducta que distinguen a los tímidos de los no tímidos son las siguientes:

1) una marcada tendencia a evitar a los demás y a rehuir los con tactos sociales;
2) una tendencia a evitar cualquier iniciativa en el terreno social;
3) en las reuniones, la inclinación al silencio;
4) la tendencia a evitar mirar a los ojos a los demás;
5) la costumbre de hablar en voz baja o suave.

Puede decirse que el factor común de todas estas actitudes es la inactividad o, en el mejor de los casos, la mínima actividad: no iniciar, no hacer, no responder... En general, no hacer nada en las situaciones sociales. Una encuesta realizada en la Universidad de Ohio reveló que el dieciséis por ciento de los alumnos de este centro y el doce por ciento de las alumnas reconocen sentir más o menos temor por el simple hecho de estar en presencia de un miembro del sexo opuesto, y el treinta y dos por ciento de los hombres y el treinta y nueve por ciento de las mujeres admiten sentir temor cuando hablan con alguien por primera vez. Estas cifras llaman la atención por su importancia. Si se cuenta usted entre esos hombres y mujeres, y si su temor es intenso, no me sorprende que utilice usted el mecanismo psíquico más sencillo para proteger su tranquilidad emocional: evitar totalmente las situaciones sociales. Pero hemos visto que las consecuencias de esta forma de adaptación pueden ser graves.
Cuando la timidez se prolonga desde la adolescencia a la edad adulta, da lugar a lo que se denomina soledad social, es decir, una sensación de aburrimiento, de falta de alicientes y de exclusión, que suele ser causa da por la ausencia de un entorno social favorable.
Debe distinguirse la soledad social de la soledad emocional. Esta última se debe al fracaso en el intento de mantener una relación íntima con alguien, y la terapia a seguir se centra en la adquisición de una seguridad y desenvoltura personal que permitan el desarrollo de nuevas relaciones íntimas en las que la persona se muestre tal como es. Pero la curación de la soledad social no puede hallarse aplicando los principios de la psicología humanista ni en grupos de encuentro o de sensibilización. La soledad social es una triste secuela de la timidez, y sólo puede ser superada mediante la adquisición de la habilidad social necesaria para hacer amistades, mantener relaciones superficiales, conocer a personas nuevas y sentar una base para las relaciones informales.
El número de contactos sociales y de amigos que tiene una persona guarda estrecha relación con su bienestar emocional. Incluso entre los niños de edades comprendidas entre los cuatro y los once años, los que tienen pocos amigos, o ninguno, sufren a menudo perturbaciones emocionales. En los adolescentes, la res puesta «Nunca» o «Alguna vez» a la pregunta: «¿Con qué frecuencia sales con amigos?», indica un bajo nivel de adaptación social y emocional. En los adultos, las amistades y contactos sociales son un factor de extrema importancia como fuente de bienestar y felicidad. En una encuesta llevada a cabo recientemente en Norteamérica, en la que se entrevistó a unas cincuenta mil personas, los hombres y las mujeres solteros colocaron el apartado «vida social y amigos» en primer lugar entre otros dieciséis aspectos de la vida que ellos pensaban que contribuían a su felicidad. El tener amigos y una vida social agradable es más importante para los solteros que el crecimiento personal, la salud física, una vida sexual plena o incluso una buena situación económica. Los hombres y mujeres casados consideraron el «estar enamorado» como el factor más importante de su felicidad, y el apartado «vida social y amigos» fue relegado a un nivel de importancia relativamente bajo: el octavo lugar.
Pero no nos engañemos. El estar casado no evita las sensaciones de aislamiento, soledad social y depresión. Incluso entre las personas casadas, lo que distingue a aquellas que se sienten socialmente aisladas de las que no lo están es la participación en actividades sociales externas al matrimonio, como la «participación en organizaciones voluntarias». El hecho de estar felizmente casado y de gozar de una relación profunda y completa con una persona no significa necesariamente estar libre del aislamiento social y de la soledad. El participar en un grupo social aparte de la relación primaria es lo que da lugar a sentimientos positivos acerca de la vida. El cuarenta por ciento de las cincuenta mil personas entrevistadas admitieron que a menudo se sentían solos. Y esta frecuente sensación de soledad no afectaba sólo a los solteros sino que se daba en el mismo porcentaje entre los casados.
También en el caso de las personas retiradas o jubiladas existe esta relación entre la ausencia de con tactos sociales, la alienación social y la soledad. El hecho de relacionarse exclusivamente con los familiares, o con las personas que comparten una vivienda, o con los tenderos del barrio, da lugar a sentimientos de depresión y aislamiento, y es causa además de mala salud. A cualquier edad, independientemente de la situación económica, marital o sexual, la falta de actividad social va unida a la soledad y a la inadaptación. La participación en diversas actividades sociales origina, de manera clara y perceptible, una sensación de adaptación emocional, una buena salud y una actitud positiva ante la vida.
De alguna manera, parece que nos avergüenza reconocer que experimentamos una necesidad de calor humano y de contacto social, aparte del matrimonio, aparte de las relaciones familiares y laborales. Por alguna estúpida razón, el proceso de hacer amigos y establecer contactos sociales no ha llegado a ser tan aceptado como otros motivos menos importantes para formar grupos, ni ha llegado a ser tan institucionalizado como el matrimonio y la paternidad.
Si usted es una persona tímida, puede ocurrirle otra cosa grave: no buscar ningún contacto personal ni social. En una encuesta realizada para averiguar por qué algunas personas no llegan a casarse, la mayoría de quinientas mujeres solteras mayores de treinta años declararon creer que sus principales dificultades se debían al hecho de ser demasiado tímidas." Tenían sensaciones de inferioridad y experimentaban temor a ser rechazadas, y por ello tendían a ocupar sus ocios con actividades y hobbies que les impedían conocer a un compañero. La mayoría de aquellas mujeres no salían nunca con hombres, o casi nunca, y apenas tenían relaciones masculinas. Aun después de haber abandonado el ámbito de la influencia paterna, muy pocas de ellas hicieron nada para variar su situación social. Aquí es donde tienen su mayor influencia en las decisiones vitales la falta de actividad social y la ausencia de un es fuerzo continuado por hacer amistades. La falta de motivación y de empeño debilita los esfuerzos de una persona y disminuye sus capacidades naturales; aumenta el temor que pueda sentir hacia la sociedad, favorece su pasividad y frustra sus esperanzas de integración y éxito. ¿Está usted poco motivada a la hora de resolver sus problemas sociales? Aunque la necesidad de con tacto social sea fuerte y dominante, si no existe una motivación para alcanzar el éxito, las iniciativas sociales serán débiles y las experiencias estarán amenazadas por la frustración y la desesperanza.

Midiendo mi grado de timidez


ÍNDICE DE PENETRACIÓN Y ANGUSTIASOCIAL
Responda VERDADERO o FALSO a las siguientes preguntas, según cuál sea su conducta o sensación habitual (puede imprimir la página web o escribir las respuestas en un papel).

1. Me siento tranquilo incluso en situaciones sociales no habituales.
2. Procuro evitar las situaciones que me obligan a mostrarme muy sociable.
3. Me resulta fácil estar tranquilo cuando estoy entre desconocidos.
4. No siento ningún deseo especial de evitar a la gente
5. A menudo me ponen muy nervioso las reuniones sociales.
6. Generalmente, me siento tranquilo y cómodo en reuniones sociales.
7. Suelo estar tranquilo cuando hablo con una persona del sexo contrario.
8. Procuro no dirigir la palabra a las personas a me nos que las conozca bien.
9. Si se me presenta la ocasión de conocer a gente nueva, suelo aprovecharla.
10. A menudo estoy tenso y atemorizado en reuniones informales en las que están presentes personas de los dos sexos.
11. Suelen inspirarme temor las personas, a no ser que las conozca bien.
12. Suelo estar tranquilo cuando estoy entre un grupo de personas.
13, Siento a menudo la necesidad de alejarme de la gente.
14. Suelo sentirme incómodo cuando estoy con un grupo de personas a las que no conozco.
15. Suelo estar tranquilo en compañía de una persona a la que acabo de conocer.
16. El hecho de que me presenten a gente desconocida me causa inquietud y temor.
17. No me importa entrar en una sala llena de desconocidos.
18. No me gustaría abandonar mi silla para unirme a un grupo amplio de gente.
19. Cuando mis superiores quieren hablar conmigo, les hablo sin ningún problema.
20. A menudo me siento muy nervioso cuando estoy con un grupo de gente.
21. Tiendo a apartarme de la gente.
22. No me preocupa hablar con la gente en fiestas o reuniones.
23. Casi nunca me siento a gusto entre un grupo amplio de gente.
24. A menudo invento excusas para evitar compromisos sociales.
25. A veces tomo la responsabilidad de presentar a dos personas.
26. He intentado evitar actos sociales muy formales.
27. Suelo respetar todos los compromisos sociales que se me presentan.
28. Me resulta fácil estar relajado en compañía de otras personas.

Asigne un punto a cada respuesta suya Verdadera ('Y) o Falsa (E) que coincida con el código indicado a continuación:
ÍNDICE DE PENETRACIÓN Y ANGUSTIA SOCIAL                             
1-F

15-F

2-V

16-V

3-F

17-F

4-F

18-V

5-V

19-F

6-F

20-V

7-F

21-V

8-V

22-V

9-F

23-V

10-V

24-V

11-V

25-F

12-F

26-V

13-V

27-F

14-V

28-F



Por lo general, las mujeres obtienen en esta escala un resultado de ocho puntos, y los hombres de once.
Cuanto más alta es la puntuación, más ansiedad le causan a usted las situaciones sociales y más tiende a evitar los grupos. Es interesante observar que los hombres padecen una ansiedad social mayor que las mujeres, y que la explicación a esto parece ser el hecho de que, por razones culturales, se espera que los hombres actúen en sociedad más y mejor que las mujeres. Hablando en general, si usted obtiene dos o tres puntos más que la media, es una persona que se siente incómoda en las situaciones sociales y prefiere estar sola. La simple perspectiva de una actividad social futura basta para ponerle nervioso. Una puntuación un poco más alta indica que usted se preocupa mucho por sus contactos sociales y teme que no le resulten bien. Una puntuación aún más alta indica que está usted muy aislado y que teme la presencia de los demás.
Si su puntuación es inferior a la media, usted se mueve con calma y confianza en los grupos, y no evita deliberadamente la compañía ajena llevado por el temor.